Publicado en: 17/04/2023
Desde hace años, la población rural lucha por el acceso a la tierra y mejores condiciones de vida. Desde 1964, con el Estatuto de Tierras – que prevé la democratización y mejor distribución – varias familias de trabajadores rurales han recibido títulos de propiedad.
De 2019 a maio de 2021, o Instituto Nacional de Colonização e Reforma Agrária (INCRA) emitiu 158 mil títulos de terras para assentados e assentadas, que passam a ter direito às terras que antes estavam em situação de irregularidade, às linhas de crédito rural e políticas públicas.
Con la titularidad de los títulos, la población rural tiene la posibilidad de producir alimentos , participar en programas de asistencia técnica y políticas de apoyo a la comercialización y adquisición de alimentos.
Y para que los trabajadores rurales sigan titulándose y tengan sus derechos asegurados , el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra ( MST ) viene exigiendo al gobierno federal metas para el asentamiento de familias y la ampliación del financiamiento para la producción en el campo .
El movimiento señala que 60.000 familias viven desde hace más de 10 años en campamentos improvisados, que son una forma de presionar al INCRA para la expropiación y redistribución de tierras.
El asentamiento de los trabajadores rurales es una forma de valorizar la agricultura familiar . Pero, debido a la extinción de las políticas públicas que atienden a estas personas, el hambre ha golpeado a las familias campesinas.
El estudio “ Mira el Hambre ”, de la Red Brasileña de Investigación en Soberanía y Seguridad Alimentaria (Rede Penssan), señala que la población rural es la más afectada por la falta de alimentos. El hambre afecta al 21,8% de las familias campesinas y pequeños productores. La inseguridad alimentaria afecta al 38% de los hogares rurales .
Estos datos refuerzan que los trabajadores rurales, además de luchar por la tierra, enfrentan dificultades para vender sus productos y generar ingresos para su propia alimentación.
Tales impactos se debieron a la pandemia y al alza de los precios de los alimentos , que se reflejó en la producción y comercialización de los productos. Además, el estudio señala que las familias campesinas más afectadas por el hambre fueron aquellas que aún no pudieron retomar sus actividades y restablecer su producción.
La lucha de la población rural necesita ser acompañada de políticas públicas que garanticen la tierra para el cultivo , la seguridad alimentaria y acciones que fomenten la gestión participativa e incluyente de las comunidades, estimulando el protagonismo y el desarrollo social .
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